Luis García Meza Tejada Intervención Armada

Golpe de Estado de 1980, hechos en la COB y asesinato de Marcelo Quiroga Santa Cruz

INTRODUCCIÓN
Luis Arce Gómez, uno de los cabecillas del golpe y principal planificador de los operativos que se hicieron incluso desde el mes de marzo de 1980, indica que Marcelo Quiroga Santa Cruz llegó muerto al Gran Cuartel. Lo mismo asegura Felipe Froilán Molina Bustamante, alias el Killer, uno de los suboficiales vestidos de civil que participó en el asalto a la COB y que ha sido acusado y sentenciado por ser el que disparó contra Quiroga. Es cierto que existe la posibilidad de que Quiroga haya muerto en el trayecto entre la COB y el Estado Mayor, pero también existe la posibilidad de que haya llegado con vida a la ciudadela militar y allí, luego de una o dos horas de tortura y agonía, haya finalmente fallecido, la tarde del 17 de julio de 1980.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Las amenazas de muerte contra Marcelo Quiroga Santa Cruz empezaron a llegarle desde el momento mismo en que hizo público su decisión de incoar un juicio de responsabilidades a Hugo Banzer y su gente. Quiroga denunció este extremo al terminar su intervención parlamentaria en la que expuso las pruebas contra la dictadura. Dijo que amigos y enemigos, con diferente intención y tono, por supuesto, le advertían del peligro en que se encontraba, que estaban “buscando la manera de anularlo aun físicamente” por el hecho de haberse atrevido a sentar en el banquillo de los acusados al general Hugo Banzer y sus más estrechos colaboradores. Es decir, Marcelo Quiroga estaba denunciando a los que ocho meses más tarde lograrían el objetivo de asesinarlo.

Claramente indicó que Banzer y su entorno era el autor intelectual de esa conspiración contra su vida y contra el proceso democrático que vivía el país. En el curso de los meses posteriores al inicio del juicio, ya en 1980, las amenazas persistieron e incluso dejaron de ser anónimas para tornarse cínicamente públicas cuando el general Luis García Meza, posesionado irregularmente como Comandante del Ejército, el 22 de junio de ese año declaró que las Fuerzas Armadas y él personalmente, “como hombre” pondría en su lugar a Marcelo Quiroga Santa Cruz cuando éste hizo declaraciones públicas sobre cómo estaban siendo manejadas las instituciones militares del país. La digna respuesta que Quiroga dio a ese exabrupto al día siguiente, no hizo más que ahondar el odio que García Meza y los militares que preparaban el golpe de julio sentían hacia el líder político.

El 1 de marzo de 1980 el Partido Socialista 1 (PS-1) denunció públicamente que había un plan para asesinar a Marcelo Quiroga Santa Cruz como parte de una conspiración sangrienta contra el pueblo de Bolivia. Incluso luego se supo que habían echado a la suerte quién sería el autor material del crimen, aunque nunca se supo el nombre del mismo.

Entre la documentación del Departamento II del Estado Mayor del Ejército existe evidencia del seguimiento que hacían los agentes de inteligencia militar a Marcelo Quiroga Santa Cruz y otros políticos. Existen listas con nombres, domicilios, números telefónicos y otros datos de esos líderes políticos de la época 1978-1980. Se destaca un extenso análisis post electoral, desde la perspectiva militar, de las elecciones del 29 de julio de 1980, en el que Marcelo Quiroga Santa Cruz es identificado como enemigo de las Fuerzas Armadas. En rigor, en varios de dichos documentos se clasificaba ya de esa manera a Quiroga; pero en el que hacemos mención, se lo señalaba no solamente como enemigo de las Fuerzas Armadas, sino que se destacaba su potencial político y la inevitabilidad de que en las elecciones de 1984 fuese el principal candidato a la presidencia de la República, lo que lo convertía en un peligro para las fuerzas “nacionalistas” expresadas en Acción Democrática Nacionalista (ADN) en lo político y por las Fuerzas Armadas en lo militar, toda vez que se trataba de un “extremista” de izquierda.

HECHOS DEL 17 DE JULIO DE 1980
Al amanecer del 17 de julio de 1980, más o menos a las 07:00, algunas radioemisoras emitían una información aún no confirmada de un pronunciamiento militar en el departamento del Beni. A las 7:30 de la mañana, aproximadamente, la noticia se confirmaba: la VI División del ejército acantonada en la ciudad de Trinidad, al mando del coronel Francisco Monroy, se había levantado contra el gobierno interino de la señora Lidia Gueiler exigiendo su renuncia y la anulación de las elecciones que habían tenido lugar el 30 de junio de ese año. Marcelo Quiroga Santa Cruz, muy temprano esa mañana, cuando aún se encontraba en su domicilio, recibió la llamada telefónica de una radioemisora local para consultarle sobre si tenía alguna información referida al manifiesto militar de Trinidad y pedirle su parecer al respecto. Quiroga respondió que en ese momento no tenía más información que aquella que la propia radioemisora había difundido en las primeras horas de su emisión de ese día; condenaba el movimiento militar calificándolo de una “locura” sin ninguna posibilidad de triunfar y agregó que estaba aprestándose a salir para asistir a la reunión que seguramente el Comité de Defensa de la Democracia (CONADE) y la Central Obrera Boliviana (COB) iban a convocar. Aparentemente, Quiroga no percibía que el movimiento militar del Beni no era más que la señal con que los militares golpistas habían planificado iniciar su sangrienta toma del poder y el anzuelo con el que esperaban atraer a los dirigentes políticos y sindicales de izquierda a una reunión en un mismo lugar y así poder capturarlos a todos de una sola vez. En ese sentido, el golpe de estado de julio de 1980 estuvo mejor planificado que el de Natusch ya que como se sabe de documentación encontrada en el Departamento II del Estado Mayor de Ejército, los detalles táctico operativos fueron planificados por Francisco Monroy (operación “Trini”), quien había tenido la experiencia de vivir en Argentina el golpe de estado de los militares de ese país contra la ex presidenta Isabel Perón, cuatro años antes. Según sus familiares, Marcelo Quiroga salió de su domicilio entre las 9:30 y las 10:00 de la mañana de ese 17 de julio; salió solo y se dirigió directamente a la sede de la COB, ubicada en la Avenida 16 de Julio o Paseo de El Prado, en La Paz. Allí se encontró con la dirigencia sindical, miembros representantes del CONADE y otros dirigentes de su partido, el PS-1. Luego de un intercambio de criterios y de una rápida evaluación de la situación política (pues el levantamiento de Trinidad a esa hora ya contaba con el apoyo de las guarniciones de Cochabamba y Santa Cruz), el CONADE -encabezado por la alta dirigencia de la COB-decidió redactar un documento en el cual se declaraba en estado de emergencia y determinaba que, a partir de las 15:00 horas de ese día, empezaba la huelga general indefinida en todo el país, con bloqueo de caminos, como respuesta al golpe militar. Todas las versiones de los que estuvieron presentes esa mañana en la sede de la COB coinciden en señalar que el documento fue leído, en una primera instancia, para los medios de comunicación presentes en ese momento (entre las 11:15 y las 11:30 más o menos) -que eran medios escritos y algunas radioemisoras-, y que cuando los asistentes se retiraban (los primeros en irse fueron los representantes del MNR) llegó personal periodístico y técnico de Televisión Boliviana, el canal estatal, quienes pidieron que el documento fuese leído nuevamente frente a sus cámaras a fin de que el comunicado del CONADE fuese difundido también por ese medio en su noticiero de la noche. Los asistentes a la reunión que aún permanecían en el edificio de la COB entre ellos Marcelo Quiroga Santa Cruz, accedieron al pedido y volvieron sobre sus pasos para repetir la lectura del documento.

Cuando Simón Reyes, Ejecutivo de la Federación de Mineros y dirigente de la COB, empezaba a leer el tercer punto del comunicado, comenzó el ametrallamiento del Edificio. Oscar Eid gritó “¡Comenzó en La Paz!” Las balas hicieron estallar los vidrios de las ventanas, impactaron en las paredes y el techo, destruyeron las lámparas. La COB se había convertido en una trampa mortal. 

Luego de algunos minutos y cuando los disparos habían cesado, el obispo metodista Jorge Crespo se animó a establecer comunicación con los agresores y gritó que estaban desarmados y que se rendían. La respuesta en tono hostil que se oyó desde afuera fue que salieran de uno en uno con las manos en la nuca y la vista al piso. Los dirigentes empezaron a salir con temor sobre lo que pudiera pasar con ellos. La columna de detenidos descendía rápidamente por las escalinatas que daban al piso inferior del edificio; eran apresurados a culatazos, empujones, patadas insultos y amenazas por los paramilitares. 

Cuando Quiroga Santa Cruz, que según los testigos salió en cuarto o quinto lugar fue reconocido por uno de los asaltantes (posiblemente Gerardo Sanjinés Rivas, al que llamaban “el Adela” o Froilán Molina, alias el Asesino). En todo caso, el militar que reconoció y detuvo la salida de Marcelo Quiroga, lo detuvo cuando bajaba la gradas sujetándolo de la ropa, tratando de apartarlo del resto de la fila al tiempo que gritaba “¡Aquí está Quiroga!” y le dijo “¡Tú te quedas!” ¡Con nosotros!”

Los testigos señalan que cuando Quiroga dio un fuerte tirón y se hizo soltar diciendo “¡Voy a bajar con los demás!” se produjo, un violento incidente con acciones bruscas. Y fue entonces que, otro de los atacantes le disparó con la ametralladora haciéndole por lo menos una herida en el pecho. En el momento que Quiroga caía por las gradas se produjo otro incidente. Unos dicen que a medida que Quiroga caía, el paramilitar habría disparado una segunda ráfaga que también alcanzó a Carlos Flores, que bajaba delante de él, causando su muerte.

Otras versiones dicen que, cuando Carlos Flores escuchó la discusión a sus espaldas y los siguientes disparos dió media vuelta y en ese momento fue alcanzado por la ráfaga. Una tercera versión señala que al ver que Marcelo caía malherido, Carlos Flores trata de darle auxilio, increpando a los atacantes, lo cual habría sido el motivo por el que le dispararon. Hay una cuarta versión, mucho más difícil de comprobar, que dice que la muerte de Carlos Flores habría sido premeditada.

Se presume que, luego de que todos los demás detenidos fueron desalojados de la sede de la COB y llevados en ambulancias hacia el Gran Cuartel General o Estado Mayor, los cuerpos de Marcelo Quiroga Santa Cruz y Carlos Flores fueron subidos en otro vehículo para ser llevados con idéntico destino. Unos dicen que fueron llevados en una ambulancia, otros señalan que fueron subidos a un vehículo color blanco con techo celeste tipo Jeep. Pero lo más destacable de esta fase final de esos trágicos hechos en la sede de la COB es que una persona afirma que Quiroga salió caminando de la COB, trastabillando, sujetado fuertemente y llevado a rastras, flanqueado por dos paramilitares hacia el vehículo en que fue introducido y conducido al Estado Mayor. 

No hay manera de corroborar esto último, pero es otro indicio de que Quiroga Santa Cruz no murió en la COB, sino que cuando fue introducido en el vehículo estaba aún con vida, lo que fue confirmado por Gregorio Loza Balsa, asesor en operaciones Psicológicas del Departamento II en aquella época. En las declaraciones que efectuó reservadamente en mayo de 1983, el mismo Gregorio Loza afirmó que el cuerpo de Marcelo Quiroga estuvo en el Estado Mayor de Ejército durante cuatro días antes de ser desaparecido.

En declaraciones vertidas durante el juicio que los acusados tuvieron que enfrentar por los hechos del 17 de julio de 1980, los propios paramilitares y militares indicaron que cuando Quiroga era transportado en el vehículo, fue brutalmente golpeado por quienes iban con él, entre ellos el ya mencionado Gerardo Sanjinés. Es lógico pensar que los asaltantes debieron actuar sin ningún tipo de contemplaciones con sus prisioneros, en especial con Marcelo Quiroga, a quien odiaban profundamente y habían planeado asesinar desde hacía por lo menos diez meses atrás.

Datos:
Fecha del hecho 17 de julio de 1980 al 04 de agosto de 1981
Ubicación:
Departamento La Paz Provincia Murillo Municipio Nuestra Señora de La Paz

Bibliografías

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Memoria histórica de las investigaciones: Período dictaduras 1964-1982. Estado Plurinacional de Bolivia, 2021

Comisión de la Verdad